Isaac Asimov: robots, mutantes e historia universal

Si bien leerlo nos puede decepcionar debido a la injusta circunstancia de no ser Ray Bradbury –error que comparte con casi todos los escritores de ciencia ficción- Asimov fue un gran autor, muy prolífico y muy creativo. Pero fue, además, un valioso divulgador de la ciencia de su época, como lo fue Carl Sagan.

Nació en Petróvichi, en la Rusia del año 1920, pero se nacionalizó estadounidense. No solo fue escritor: también fue bioquímico. Contribuyó, por desgracia, a la proliferación de historias de robots, como el de su best-seller «Yo Robot», esa especie de impredecibles marionetas del futuro, pero se rehabilitó gracias a su extraordinaria saga de “la Fundación” –la memorable historia del “mulo” o mutante-, que pronto será parte del imaginario popular, pues alguien la ha adaptado al formato de serie televisiva. También es un divulgador de la historia universal.

Leer uno de sus libros de historia es como entrar en una prodigiosa novela de acción: Asimov nos habla de Roma, de Grecia o de los egipcios, pero sin obligarnos a fumar datos inesenciales, comunes en los documentos históricos.

Asimov fue un escritor tan prolífico, que leer cada uno de sus libros, a razón de uno por día, nos obligaría a dedicar a su obra aproximadamente un año y medio de lectura ininterrumpida.

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